Con gran alegría, momentos de emoción y gracia se vivió la conclusión del Año de la Misericordia a nivel diocesano, con el pueblo de Dios congregado en la ciudad de Ancud.
El día sábado 19 de Noviembre, después de meses de preparación, una gran multitud se reunió en Ancud representando las diferentes zonas pastorales: Sur, Centro y Norte, también con el corazón la Zona Cordillera que por la distancia se hace difícil venir personalmente. Sabemos que cada uno hizo un gran esfuerzo para estar en esta fiesta y se agradece a cada persona que cooperó en la organización de las caravanas y de esa actividad en general.
La celebración tuvo inicio con el paso por la Puerta Santa en la Catedral de Ancud, empezando con el P. Obispo Juan María, los sacerdotes, diáconos y todo el pueblo de Dios. Con el signo de encender cada uno una vela en el sirio, que representa la luz de Cristo iban entrando al templo donde hubo un momento de reflexión y oración delante del Santísimo Sacramento que estuvo expuesto para la adoración. Luego los grupos salieron en peregrinación por las calles de la ciudad en dirección al gimnasio Justo Donoso para compartir la alegría de ser discípulos y misioneros de Jesús Nazareno y vivir juntos la celebración Eucarística que fue presidida por el P. Obispo y concelebrada por la mayoría de los sacerdotes que sirven en nuestra Diócesis.
En sus palabras en la homilía Mons. Juan María expresó que “todos nosotros somos parte de esa Iglesia que nació del amor misericordioso de Dios, de Jesús en la cruz. Este fue un año especial centrado en la misericordia del Señor, no significa que aquí termina la misericordia, necesitamos seguir viviéndola, experimentándola (…) el lema Misericordiosos como el Padre, tenemos que aprender de ese Jesús que es nuestro Rey y que hemos escuchado en el Evangelio de hoy, desde la cruz reina.” Además saludó especialmente a los hermanos de la cordillera que no pudieron estar presentes, pero que también ellos vivieron profundamente ese año jubilar y además recibieron la visita de la imagen de Jesús Nazareno.
Siempre es bueno encontrarse como una gran familia católica, demostrando nuestra fe públicamente, así como ha pedido el Papa para ser una “Iglesia en Salida”, estos encuentros masivos también nos animan a seguir el camino del discípulo misionero del Señor con gozo, y nos recuerda que todos somos llamados a vivir esta misión cada día en nuestras comunidades.