En la Catedral de Ancud, el Obispo diocesano Juan María Agurto celebró junto a las autoridades locales civiles y militares el Te Deum en estas fiestas patrias 2019.
Dejamos disponible el mensaje de nuestro pastor, en tan importante fecha:
Misa de por el aniversario de la Independencia de Chile
18 de septiembre del 2019
Lecturas Bíblicas: 1tim.2, 1-8 (pg.1186); salmo 27,2.7-9 (pg.1187); Lc. 12,54-56 ( pg.1370).
Mis saludos y agradecimientos para todos ustedes hermanos que junto a las autoridades civiles presentes han aceptado la invitación a reunirnos en este templo Catedral. Nos sentimos unidos a tantos otros compatriotas se han reunido en muchos otros lugares y templos a lo largo y ancho de nuestro país para orar por nuestra patria en estas fiestas que celebran nuestra nacionalidad chilena y conmemorar 209 años de historia republicana.
Es un momento para reflexionar sobre nuestra historia e identidad como nación y dar gracias a nuestro Dios, por lo que hemos podido progresar, reconociendo todas las diversas riquezas naturales de nuestro país, el patrimonio humano y cultural mestizo desde los pueblos originarios, y de todas aquellas generaciones que fueron llegando a nuestro territorio, conformando la nacionalidad chilena pluricultural que sigue revolucionando en el tiempo con diferentes matices, con episodios luminosos y otros oscuros de nuestra historia.
Todos deseamos que nuestro Chile sea un hogar, una casa familiar, un proyecto de país donde construyamos el bienestar en una convivencia basada en la verdad, la justicia, la solidaridad y fraternidad. En definitiva, una civilización basada en la libertad del amor. Es un proyecto siempre abierto, en camino, que en momentos históricos parece imposible o inalcanzable, pero que para los que tenemos fe sabemos que la patria feliz para todos es un sueño realizable con la ayuda de nuestro Dios. Por esto, no dejamos de seguir trabajando y soñando con una patria grande sin exclusión.
Hoy delante Dios, venimos a renovar nuestras esperanzas, a dar gracias y pedir las fuerzas para no dejar de avanzar, superando nuestros egoísmos, corrigiendo nuestros errores y valorando nuestros logros. Para esto, es necesario agudizar nuestra capacidad de escrutar los signos de los tiempos de nuestra historia presente y asumir nuestras responsabilidades y tareas. “¿sabemos discernir el tiempo presente?”, como nos cuestiona Jesús en el evangelio de hoy. Necesitamos pedir esa gracia de poder ver con luminosidad y de asumir los trabajos que son necesarios para el verdadero progreso humano. Ciertamente habría mucho que observar, intercambiar y profundizar sobre nuestro proyecto como país. Es tarea de todos, partiendo desde el ámbito de la responsabilidad ciudadana que a cada uno le corresponde.
En consideración al tiempo disponible, me permito aportar señalando sólo un par de ámbito que me parecen relevantes para ese discernimiento comunitario y de las tareas pendientes que se desprenden y requieren nuestros esfuerzos, y son motivo también de nuestra oración:
1.- Observamos hechos de una violencia cotidiana creciente en distintos ambientes que afecta nuestra sociedad: entre grupos políticos, en el hogar, en colegios, servicios de salud, en el comercio, en las calles, en espacios deportivos, en las redes sociales con insultos, descalificaciones y destruyendo la fama de las personas, etc. Violencia verbal y física que afecta nuestra convivencia cívica, produciendo una “enemistad social”. Sabemos por las noticias que todo esto va más allá de nuestro propio país, por ejemplo, de hecho en la actualidad sufrimos las consecuencias de una “guerra comercial” entre grandes potencias que afectan al resto de los países. O dictaduras disfrazadas de democracias que oprimen a sus ciudadanos y provocan éxodos de millones de personas y familias.
2.- El drama de las migraciones en el mundo: también han llegado y llegan a nuestras puertas como país, hermanos migrantes con sus familias buscando un hogar. Y frente a las dificultades de este gran desafío humanitario, tenemos el peligro de ponernos racistas y encerrarnos en nosotros mismos, y olvidamos que todos somos migrantes en este mundo, y que también todos nos necesitamos unos a otros. Es necesario, por amor al prójimo, y también para el desarrollo de nuestro país que envejece por falta de hijos, abrir las fronteras de nuestro corazón y de nuestras mentes.
3.- Frente a estas situaciones, tenemos la necesidad de desarrollar la consciencia de la búsqueda del bien común y del dialogo basado en la dignidad de la persona humana, el respeto del otro y la promoción integral. Y no al favoritismo de grupos con ideologías o intereses individualistas y egoístas. Es en la capacidad de escucha y dialogo donde podemos superar la crisis que nos aquejan, desde donde se debe buscar la verdad y la justicia, y no excluir o descalificar al otro; privilegiando y practicando el valor de la solidaridad priorizando al más vulnerable, al pobre o necesitado. También al hermano migrante que golpea a la puerta de nuestras fronteras. El diálogo es el único medio para alcanzar acuerdos estratégicos y eficientes. Nos asiste la convicción que su ausencia solo arriesga más exclusión, más pobreza y más violencia.
Muchas veces nuestros jóvenes nos dan ejemplo de la potente capacidad transformadora social de la solidaridad con el prójimo, con el más necesitado. Como el otro día pude ver a un grupo de jóvenes capaces de salir de sí mismos, y movilizarse hacia la sala de urgencia de un hospital y salir al encuentro de personas que viven en la calle para compartir una taza de café y pan con aquellos que lo necesitan. Que esperanzador es saber por los noticiarios de aquellas asociaciones de huasos y otros grupos que llevan forraje a los campesinos del norte que pierden sus animales por la tremenda sequía. O se abren los campos del centro sur del país para trasladar y rescatar a muchos animales del norte en peligro de morir de hambre por la falta de pastos. Son gestos luminosos.
4.- Otro Aspecto que nos debe tener preocupados y ocupados es la “Crisis ecológica” a nivel local y mundial. Está aquí el peligro real, de dejar a la generación futura, a nuestros hijos, puros escombros, desiertos y basura. Este es un hecho que estamos constando cada día más. Nuestro planeta es bello pero al mismo tiempo es sorprendente frágil y limitado, y está gravemente enfermo con una fiebre, signo de un cáncer, a causa nuestra explotación irresponsable que produce un aumento acelerado en el calentamiento global jamás visto. Según los científicos estamos entrando en un tiempo crítico que si no reaccionamos ahora, en aproximadamente una década no habrá vuelta atrás, y se producirán mayor desastres ambientales de los que ya sufrimos como sequías, incendios, derretimiento de los polos y otros fenómenos climatólogos extremos. Debemos poner atención y tomar en serio los datos científicos, y discernir lo que sucede en nuestra “Casa común”, como el mismo Jesús nos enseña en el evangelio. Nos debemos preguntar ¿Qué debemos hacer? A nivel local y nacional.
Junto a organizaciones civiles necesitamos declarar emergencia climática y ecológica. En un encuentro con los máximos responsables de compañías de combustibles fósiles del mundo, el Papa francisco se pronunció firmemente: “El informe (del grupo Intergubernamental sobre el cambio climático IPCC) también advierte de que falta solo poco más de una década para alcanzar esta barrera del calentamiento global. Ante tal emergencia climática, debemos tomar las medidas oportunas para no cometer una grave injusticia con los pobres y las generaciones futuras”. En esa ocasión, el papa instó a los empresarios y a los jefes de estado a asumir los informes científicos que establecen graves consecuencias si no se logra reducir en 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos 11 años.
Nosotros acá en la provincia de Chiloé con el grave conflicto del tratamiento y depósito delos residuos domiciliarios e industriales, deberíamos proponernos tener para el aniversario de los 200 años de anexión a la república de Chile, en el año 2026, funcionando una planta para el tratamiento de residuos. Este es una inversión básica para el desarrollo de Chiloé, y que deberá ser replicado más temprano que tarde en otras zonas del país. No basta con tener o buscar vertederos para nuestra basura. Necesitamos educar para formar una cultura del reciclaje y cuidado del medio ambiente comenzando en las escuelas y los hogares. Aplaudimos las múltiples iniciativas que cada vez más se suman, pero aún nos falta mayor compromiso de todos.
5.- Aprovechemos de los medios de comunicación y las redes sociales para hacer tomar conciencia y motivar a la acción y el compromiso de todos. Que personas como la joven adolescente de 16 años, Greta Thunberg nos ayude a todos a tomar decisiones para discernir y ponernos en acción. Dios nos acompaña y nos sigue confiando nuestro mundo para hacer de él un hogar para todas las generaciones hasta que lleguemos al cielo y tierra nueva, la patria definitiva en la eternidad, donde el espacio y el tiempo alcanzarán para la familia humana su plenitud en Dios. El Señor Jesús no anima con su evangelio y su acción, porque como Dios de amor se comprometió con la historia humana haciéndose hombre verdadero, en el seno de una joven mujer, María de Nazaret, que aceptó el llamado de Dios para cambiar la historia humana desde adentro, para ofrecer a la humanidad la esperanza cierta de la salvación desde Adán hasta el último ser humano que vendrá a este mundo. Este sueño nos parece imposible, pero para Dios nada es imposible. Así lo creyó esa joven, y así lo creen muchos jóvenes que aman la vida para sí y para otros. Nos dice hoy el evangelio: “¿Por qué no juzgan ustedes mismo lo que es justo?”… Que Dios no libre de ser llamados “Hipocritas”, sino más bien “comprometidos de verdad”. Con la oración de Fancisco de Asís, el santo de la ecología y la fraternidad en Cristo, pidamos al Señor, “ser instrumentos de tu paz”.
Oremos con la oración de s. Francisco
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que donde hay odio, yo ponga el amor.
Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que donde hay error, yo ponga la verdad.
Que donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que donde hay desilusión, yo ponga la esperanza.
Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque dándose es como se recibe,
olvidándose de sí mismo es como uno se encuentra a sí mismo,
perdonando es como se es perdonado,
muriendo es como se resucita a la vida eterna. Amén.
+Juan María Agurto Muñoz, osm
Obispo de Ancud.