Este año recibimos una gran y maravillosa noticia, la “Fazenda da Esperanza” (Hacienda de la esperanza) vendrá en breve instalarse en nuestra Diócesis de Ancud, gracias al deseo y esfuerzos del Obispo Juan María Agurto. La Hacienda es una comunidad terapéutica con más de 30 años de experiencia en la recuperación de jóvenes y adultos que sufren algún tipo de adicción.
La historia de esta comunidad de consagrados y laicos comienza en Sao Paulo Brasil, cuando un joven adicto a las drogas le pido ayuda a Nelson Giovanelli dos Santos, él para buscar dar respuesta a esta problemática se reunió con Fray Hans Stapel, quien era su párroco en este tiempo al inicio de la década de 80, y ellos juntos empiezan esta obra de Dios con la primera fazenda que fue una donación de diferentes personas, dónde llegaron los primeros jóvenes a rehabilitarse. Fray Hans se volvió párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Gloria en 1979. El nació al final de la segunda guerra mundial, creció con la reconstrucción de Alemania, orientado religiosamente en la Iglesia Católica por sus padres, conoció el carisma de la unidad de Chiara Lubich y la pobreza de San Francisco de Asís, los que divulga en su vida religiosa, fue liberado enteramente para dedicarse a la Fazenda de la Esperanza en 1992 cuando sus superiores entendieron esta necesidad.
La Fazenda de la Esperanza está evaluada como la mayor obra de América Latina, desarrollando esta actividad y ayudando a miles de familias. La base de su trabajo es: convivencia en familia, trabajo como proceso pedagógico y espiritualidad para encontrar el sentido de la vida. Las personas que han encontrado su propia vocación en la fazenda forman la Asociación Internacional de fieles llamada Familia de la Esperanza, la cual tiene como misión “llevar la esperanza, Jesucristo, al mayor número de jóvenes en el mundo entero”. La Fazenda de la Esperanza se esparció de oriente a occidente ganando proporciones globales, hoy en 19 países con 130 comunidades activas. Se volvió todavía más conocida en el mundo después de la visita del Papa Benedicto XVI en la comunidad de Pedrinhas en la ciudad donde nació este trabajo en el interior de San Pablo el 2007.
Su presencia física en nuestra Diócesis se prevé para el inicio del año 2018, pero ya en el mes de Octubre recibimos algunos misioneros que vinieron desde Uruguay empezar el proceso de difusión y pre-misión, y también dar su testimonio. El coordinador del grupo Miguel Ángel Vera Gutiérrez, quien hace 12 años pertenece a la comunidad de la Fazenda dónde se recuperó y ganó una vida nueva, hoy es laico consagrado, llegó a Chiloé acompañado por dos jóvenes que están viviendo el proceso de rehabilitación. Ellos nos dejaron su testimonio:
“Soy uruguayo, hace 7 meses que conocí la Fazenda, empecé a consumir drogas y alcohol a muy temprana edad, a los 14 años, después de pasar mucho sufrimiento y apartarme de todo lo bueno, gracias a mi madre, por la Iglesia, conocí a la Fazenda. Había perdido muchas cosas, pero lo principal es perder los afectos, los vínculos con mi familia, con mis amigos, con mi pareja, cuando de a uno se fueron apartando, ahí fue cuando mi di cuenta que ya no daba más, ya había perdido mucho, a través de mi madre, conocí este lugar, y realmente fui muy vacío y bueno entré con la esperanza de poder encontrar algo nuevo, con la esperanza de un cambio de vida. Hoy en día estoy como interno de la fazenda, he recuperado un montón, gracias a Dios, no solamente en lo personal como hombre, como persona, sino también he recuperado muchos vínculos, recuperado valores, me veo mucho mejor, tengo un cambio, siento que lo que me propone la fazendo lo estoy logrando y las cosas se van acomodando con mucho esfuerzo.” Mathias, 29 años
“Soy de Uruguay y pertenezco a la Fazenda, llegué ahí a través de mi mamá y hace 5 meses que estoy en recuperación, por un problema de adicción alcohol, marihuana y cocaína, empecé muy chico con 16 años, empecé probando cigarro, después marihuana, alcohol, bailes, después probé cocaína y así me fue llevando de a poco. Cuando tomé consciencia ya estaba dentro de este mundo y mi vida ya no era mi vida, mi di cuenta cuando ya había perdido todo, mi familia, yo tenía pareja de 10 años con un néne de 7 años, la no había relación con mis padres, mis hermanos. Desde que inicié en la fazenda, la verdad tengo que decir que Dios ha cambiado mi vida, yo le pedía muchas veces que quería una vida nueva, empezar de cero o que me tragara la tierra, y de la noche a la mañana conocí la fazenda y en un periodo muy corto logré ingresar y hoy estoy recuperando mis valores, me siento bien, me siento contento, me siento alegre, estoy recuperando mi vida, mi familia y el cariño de mi hijo.” Gonzalo, 37 años