Una fecha que despierta sentimientos en nuestras almas pero sentimientos muy encontradizos. Un adulto se acordará que en su infancia le gustaba desfilar y que se lucía junto con su escuela; a un joven le inspira disgusto porque encontraba “fome” dejar su hogar para caminar en un desfile, pero por otro lado “contento” de no tener clases ese día y de mirar los volantines en el cielo (y tal vez de no tener permiso de asistir a las fiestas en las ramadas).
Pero ¿quienes piensan en las horas de tensión que tuvieron que sufrir los que decidieron no seguir siendo colonia de España sino tener independencia y decidir de su destino cómo pueblo, como nación soberana, independiente de la madre patria? Fueron días dolorosos donde hubo que conquistar la independencia, tener un gobierno chileno (100 por ciento). Es así que en la planicie de Maipú, se enfrentaron las dos fuerzas: una realista por fidelidad al Rey de España y la otra por deseo de afirmarse en su propio destino. No fue larga la contienda porque los realistas entendieron que los autóctonos tenían sus razones y que estaban ferozmente decididos de expulsar a los contrarios (españoles), fuera del territorio. Se enfrentaron con una furia, en una batalla que terminó en Maipú, con la debacle de los españoles. Pensándolo con equidad, desde nuestra perspectiva o contexto, podemos pensar que hubiera sido mejor una solución de tránsito, en buen entendimiento; pero los ánimos de los “patriotas” no estaban dispuestos a postergar lo que podían conseguir y además, temían que las motivaciones se enfríen.
Es así como desde esta fecha, en cada 18 y 19 de septiembre se celebra la victoria del ejército y se le rinde honor… ¿Qué significa para nosotros esta página de la historia de Chile? En primer lugar, podemos ser agradecidos de haber conquistado la independencia, eligiendo a unos padres de la patria, para que formaran la primera junta de gobierno; aunque haya sido por un enfrentamiento armado y violento pero así fue y no podemos volver atrás, pero sí podemos sacar conclusiones y podemos deducir un mensaje, como por ejemplo, ese grito conocido de todos: “Nunca más”… “nunca más”. Los seres humanos no debemos dejarnos enrolar en actos de violencia para obtener lo que es justo, sino que hay que obrar por convencimiento, a través de la razón y el diálogo, porque la violencia provoca más violencia; no por ser más fuerte tenemos la razón, por otra parte hay que considerar cuantos muertos heridos, pobres, abandonados y destrucciones han sido causados por las armas.
Debemos tomar el firme propósito de dialogar con el “opuesto” convencidos que la guerra engendra odio y división y que él que gana la guerra, también pierde muchísimo. No es extraño que el Señor en muchos de sus encuentros haya dicho: “la paz este con ustedes”. Es así como en nuestros tiempos (en una sociedad civilizada) todavía es una vergüenza y una tristeza que aún mantengamos la idea de atacar a unos hermanos nuestros, para poder solucionar nuestros conflictos. ¡Trabajemos para inculcar el diálogo y la paz en el espíritu de todos¡
Pbro. Andrés de Beer , Vicario Parroquial de “El Sagrario”, Ancud