MENSAJE DE FIN DE AÑO: MONSEÑOR JUAN MARÍA AGURTO MUÑOS

Hermanos, compartimos con ustedes un mensaje del Obispo de nuestra Diócesis, Monseñor Juan María Agurto Muñoz. En ella, da a toda nuestra iglesia diocesana un mensaje de fin de año.

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Queridos hermanos y hermanas:

Renovemos la alegría y la paz que nos traen las celebraciones del nacimiento de nuestro Salvador y Dios, Jesucristo, quien ÉL, siendo rico y eterno, se hizo pobre y frágil al asumir la condición de un ser humano como nosotros, y lo hizo para enriquecernos y regalarnos la eternidad. ¡Gloria a Dios en los cielos y paz a los hombres que el Señor ama!.  Es una alabanza y buena noticia que los Ángeles proclamaron en aquella noche en Belén y que sigue teniendo eco en cada navidad, porque cada generación necesita descubrir y beber en la esperanza cierta que le da el sentido más profundo y duradero a nuestra existencia y a todas las cosas.   La historia pasada y presente nos muestran como la humanidad está sedienta de amor, de paz y de vida verdadera.  Jesús nacido en Belén, muerto y resucitado, es el regalo más grandioso que recibimos y compartimos, sólo con Él alcanzamos aquello que se nos escapa de las manos.

Una constatación: los festejos y afluencia de miles de peregrinos en Belén y Jerusalén este año se han paralizado por la guerra en tierra palestina, es una muestra más de que nos falta mucho por entender y recibir el mensaje de paz de nuestro Dios. Y aparentemente ganan los Herodes de ayer y de hoy con su insensatez y egoísmo. Pero nuestro Salvador no se echa para atrás, su compromiso con la humanidad es fiel; en definitiva, la paz y la alegría triunfarán. 

Como José y María, sigamos con fe las indicaciones y acciones de Dios, colaboremos por ser constructores del bien y de la paz, en medio de la pobreza y fragilidad de nuestros medios; esto significa que Jesús naciera en un establo, en un corral para animales.  No olvidemos y aprendamos que hasta el burro y el buey en el pesebre hacen su aporte a la obra de Dios.  ¿Cuál es mi aporte?… siempre es posible hacer algo bueno por los demás, en especial por los más pobres y desvalidos.   Para este nuevo año: ¿Cómo prepararnos?, ¿Qué hacer?…

RECONOCIENDO que Dios es el dueño de nuestro tiempo y de nuestro existir, y es Dios de amor. AGRADECIÉNDOLE lo que nos ha dado y los dones con los que nos ha bendecido, no nos deja solos. OFRECIÉNDOLE todos nuestros esfuerzos y propósitos, junto a nuestros límites y fracasos. RECIBIENDO el nuevo año en familia y como una nueva oportunidad para aprender a amar, y construir un mundo para todos como Jesús quiere.

Aprendamos de José y María.  Unidos en la oración y muchas bendiciones.

+Juan María Agurto.

Padre obispo