Al concluir su Asamblea Plenaria número 110, la Conferencia Episcopal dio a conocer un mensaje a las comunidades del país.
Un mensaje de ánimo, cercanía, esperanza y gratitud han hecho llegar los obispos a las comunidades católicas del país, al concluir su 110ª Asamblea Plenaria. “Valoramos la fortaleza con la que muchos de ustedes siguen proclamando en sus ambientes que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, que su Reino de amor y libertad, de verdad y justicia es un camino posible para humanizar nuestro modo de relacionarnos, desde la dignidad de toda persona”, señalan los pastores en su mensaje.
Ofrecemos aquí el texto completo del mensaje de los obispos:
A las comunidades católicas de Chile
Queridos hermanos y hermanas:
Reunidos en nuestra Asamblea Plenaria, los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, pensando y orando por ustedes y sus comunidades, les expresamos nuestra gratitud, cercanía y comunión.
Valoramos la fortaleza con la que muchos de ustedes siguen proclamando en sus ambientes que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, que su Reino de amor y libertad, de verdad y justicia es un camino posible para humanizar nuestro modo de relacionarnos, desde la dignidad de toda persona.
Junto con animarles en este empeño, queremos agradecerles el entusiasmo con que día a día, desde su vocación y misión de ser familia, ofrecen su abnegado servicio al Señor, a través de sus parroquias, capillas, colegios, comunidades, y especialmente en la cercanía y solidaridad con nuestros hermanos sufrientes y más necesitados. No nos cansemos de hacer el bien y de entablar vínculos de fraternidad y ayuda al prójimo.
Ante una convivencia crispada por escándalos que enturbian el ambiente social y desafían a las instituciones, no perdemos la confianza que nos infunde la promesa de Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). Son tiempos turbulentos y desafiantes para la sociedad chilena y sus líderes, especialmente políticos y empresariales, también para nosotros. Como pastores, sabemos que las faltas y actitudes contrarias al Evangelio por parte de algunos consagrados, han sido motivo de confusión, dolor e incertidumbre. Comprendemos su desazón y agradecemos la sinceridad y franqueza al dialogarlo en sus comunidades. El reconocimiento de la verdad y la corrección fraterna, desde la humildad y el respeto, siempre nos harán bien.
Con este ánimo nos disponemos a vivir con alegría nuestra fe este Año Santo de la Misericordia. Dejémonos entusiasmar por la misericordia del buen samaritano (Lc 10, 25-37), imagen de Jesús que pone a nuestra disposición la misericordia del Padre. Abramos nuestra vida a la acción transformadora del Espíritu Santo que derrama su amor. Dejémonos abrazar por el Padre misericordioso.
Renovamos hoy nuestra esperanza en el Señor, que no defrauda. Él amó a la Iglesia y se entregó por ella (Ef. 5, 25). Seamos Iglesia presente, activa, alegre, en salida misionera, como Pueblo de Dios peregrino, orante, generoso y solidario. Solo desde la humildad evangélica seremos una Iglesia “que escucha, anuncia y sirve”, una Iglesia confiable, creíble y voz profética para el Chile de hoy y mañana.
En este Domingo de oración por los cristianos perseguidos en el mundo, les invitamos a abrir el corazón a los confines de la tierra unidos a nuestro primer Congreso Misionero Nacional. En este mes dedicado a Santa María de la esperanza, madre de misericordia, seamos Iglesia que proclama con alegría su fe en la única fuente de amor y vida: ¡Ven, Señor Jesús!
Con afecto y cercanía, les bendecimos,
Sus hermanos obispos de la Conferencia Episcopal de Chile